Aquí llace mi madurez. No sé de amor, pero ellos tampoco saben; amo mi ambigüedad, amo mi despertar, la soledad y el vació en unas cuatro paredes desnudas. Me gusta comportarme como la niña que soy, correr por una playa llena de piedras, saltar desde lo mas alto y a mitad de camino arrepentirme, me gusta equivocarme, odio decepcionar, pero a veces es inevitable. Realmente no odio nada -odiar es una palabra muy fea-.
No todas la mujeres se enamoran con un "buenos días princesa"; y los hombres lloran, joder que si lloran.
Antes que no sentir nada, prefiero pensar que vivo enamorada de la música que sabe a poesía, saciada y viviendo de los suspiros de otras bocas.
Verdades como coños : el amor esta sobrevalorado pero, nunca digas nunca.
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