martes, 9 de julio de 2013

Más allá del 'es muss sein'.


Llevo un año intentando sentirme nueva, y aunque sé que no debería escribir en primera persona, lo hago. Simple. Uno de los personajes de mi escritor favorito dijo 'el amor, cuando se hace público, aumenta de peso, se convierte en una carga'. Mi escritor favorito es Milan Kundera, la primera vez que lo leí, mi mente imaginó a un hombre delgaducho y oriental, para mi sorpresa, ni es delgaducho, ni es oriental. Y por qué no decirlo, es bastante mi tipo. Para ese personaje del que hablé anteriormente, escribir esto sería un error. Más que un error. Sería un violación de mi misma, dejándome desnuda ante ojos curiosos, que son muchos, en la postura más impúdica que puedan imaginar sus lascivas mentes. Sería mentir, acabar condicionada por el público, sería vivir en la mentira. Kafka habla de vivir en la verdad, pero qué es vivir en la verdad. Suprimamos lo obvio, la respuesta no es hacer la negativa a su antónimo, la mentira. O sí. Quizá solo quería decir eso, que mentir esta mal, que solo perdona verdades, que no te escondas por que el cojo aunque sea quince minutos más tarde te encuentra. Tal vez Kafka solo quiera decir eso, o tal vez hable de perspectivas. Mi perspectiva: los suburbios son iguales en todas partes, incluso en París. No voy a maquillar más la verdad. Sí, el amor secreto e imposible, es tentador, no le quito el morbo a una pareja de amantes escondidos de sus respectivos cónyuges. Pero no es cómodo. Bien saben Romeo y Julieta que puede acabar en una dramática desgracia para todos, menos para el sepulturero/a, claro. Y digo no es cómodo, porque aun teniendo en cuenta que hablamos de un amor bajo el anonimato, no implica que éste esté exento de compromisos. De cargas. El querer siempre será un conflicto entre la levedad y el peso, entre el cuerpo y el alma, entre unas 320 pag. repletas de palabras incomprendidas. Así, he ido asimilando el amor con lo prohibido, pretendiendo tomar al mundo por ingenuo, llegue a pensar incluso que os podría tomar el pelo, sí, a vosotros, almas cotillas. Pero no. Caí en la cuenta de que buscar apresurados besos a escondidas solo trae leves significados, y necesito tiempo. Nací hecha un anacronismo. Reclamo en balde ese época que se me negó en forma de tiempo para dar lugar al deseo de lo que no dispongo pero quiero hacer mio. Dicho con otras palabras, en una época donde el amor es rápido, la coquetería es un 90% de eso a lo que llamamos amor. Añoro la conquista, no de la misma forma en la que el pavo con mejores plumas se lleva a la pava, pero casi. Mi amor, cual feto deforme, requiere reposo y tiempo, meses incluso, para nacer y dar sus mejores frutos, que es a fin de cuentas lo que todos buscamos. Esta es mi última teoría, si también falla me lanzaré de pua a una bañera de rosas rojas en una habitación en Roma, al lesbianismo.