domingo, 21 de octubre de 2012

No hay desayuno con diamantes, solo el jodio lado frío de la cama despertándome.


Hazme el desayuno, cuando despierte en tu cama sin haberte amado ni una sola vez. Recuerda, eras por la noche el deseo a cada estrella que surcaba el cielo, los días no pasaban porque no había lugar en mi cabeza para el espacio-tiempo; [no] te quería.

[Nunca] lo llame amor, pero en secreto  besare tus labios hasta que el peso de ese cielo caiga sobre mi; no te culpo por querer prometerme la luna, jamás comprenderás que espero alcanzarla yo sola. Fuego ardería con nosotros, si mis suspiros no apagasen cada llama que enciendes. Podrías susurrarme canciones de desamor y caería dormida entre tus brazos, pero no, tú hablas de amor. Cielo, mi cuerpo es demasiado débil para creer en fantasías, así que hazme el desayuno.

Ignorando mi petición, comenzó con lo que sabia hacer, prometer la luna. El dualismo de mi ser tomó diferentes caminos, el cuerpo anclado en la cama exponía una sonrisa -la congoja-, mientras mi mente volaba pensando: ‘estoy ignorando piernas que quieren acariciar mis muslos’.

No escandalizo porque me sobra ropa, esas dosis de erotismo y critica que tanto deseáis. ¿Por qué hoy es tan fácil escandalizar? Ni soy muy lista, ni soy muy guapa, así que chicos, lo tengo todo, pero no me enamoro, por eso, no tengo nada ... tan solo a aquel hombre hablándome de amor. Centrada entre dos placeres, ‘cerveza por error recorriendo el escote’, -su mirada se desviaba desde mis ojos, a mis tetas, sucesivamente, mientras yo ojeaba escaparates, más concretamente libros, libros que jamás leeré.

[Cerveza, demasiado placer / literatura de bolsillo, un placer para pobres de cartera]

Él sigue creyendo que lo escucho, esas historias, un amor de telenovela, lo que vosotros llamáis romanticismo, yo lo llamo acoso.  Aquí tenéis vuestro dramatismo, lo cierto es que solía pasar las noches detrás de su sonrisa o de una copa de más. No le culpo, ahora sienta demasiado bien no poder sentir nada.. y siempre vuelven, igualitos que la navidad.

LE DEJE.

Le deje como recuerdo: un  beso en rojo carmín marcado sobre su mejilla y un susurro 'mi corazón no palpita por ti, sino por necesidad’.  Me fui -esta vez sin lagrimas, era una despedida; simplemente me fui.-

Caí, entre el vació y mi cama.

Desperté a solas, esta vez fue mi estúpido cuerpo el que aviso a mi pesada cabeza; si lo que quieren en dramatismo, es mejor morir de desamor que de inanición. Me hice el desayuno, y..


.. no quiero enamorarte, pero se hacer crepes.